sábado, 7 de abril de 2012

Las cosas no tienen porque encajar.

Puede pasar de todo, ¿verdad? Cualquier cosa. 
Puedes amar tanto a una persona que tan solo el miedo a perderla haga que lo jodas todo y acabes perdiéndola. 
Puedes despertarte al lado de alguien a quien hace unas horas ni siquiera habías imaginado conocer y mírate ahora. 
Es como si alguien te regalara uno de esos puzzles con piezas de un cuadro de Madrid, de la foto de unos ponys o de las cataratas del Niágara; y se supone que ha de encajar, pero no.

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